Había casos excepcionales de personas vivas a las que se les podía designar como “huacas”
- Sobre Huacas
- 8 jul 2020
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Actualizado: 26 feb 2021
Los licenciados en arqueología de San Marcos, Lic. Luis Enrique Pérez Tasso y Lic. Sergio Andres Saez Diaz nos explican más afondo a qué y quiénes eran denominados "huacas" en las culturas andinas antiguas, de cómo se pudieron haber construido algunos templos piramidales, construcciones en formas de U, posibles usos y más.
1. ¿De dónde viene la palabra huaca?

De por sí no hay un origen concreto de la palabra. Sí, es quechua y de hecho es más por una transcripción de descripciones documentales españolas que luego fueron interpretadas por la comunidad académica de la disciplina histórica. Lo que uno puede intuir es que la palabra fue una generalización usada por los españoles para designar a los “lugares para adorar a los ídolos de los gentiles” y así aumentar la eficiencia de la evangelización. Esta generalización luego fue repotenciada por los trabajos principalmente de María Rostworowski y Waldemar Espinoza, entre otros, al punto de incluso querer designar a una tradición de larga data en el mundo andino como lo es la veneración a los muertos (en su gran diversidad de expresiones vistas a lo largo del tiempo) como una “religión del wakanismo”. Esto muestra hasta que punto dicho término se ha arraigado dentro del vocablo académico y popular. Y aún así, es muy difícil rastrear una respuesta concreta pues no se conoce respecto a su uso en los tiempos previos al Tahuantinsuyo.
2. ¿Cuál es el significado de “huaca” dentro de la cosmovisión andina?

Por las descripciones etnohistóricas derivadas de las crónicas escritas por los españoles, se tiene el conocimiento que, a su llegada y como ellos pudieron registrarlo, el término de “huaca” se usaba para referirse a algo tangible, ya sea un objeto movible, un lugar (ya sea de origen natural o cultural, desde un punto geográfico hasta arquitectura) o hasta una persona, pero que tenga un carácter sagrado. La variedad registrada en la arqueología y en la historia muestran que prácticamente podría ser casi cualquier cosa: una cueva, un árbol, un pequeño ídolo de barro o una momia podían ser una huaca. Yendo incluso más allá, los ancestros, los dioses y elementos del paisaje (como formas compuestas por puntos geográficos y geológicos) también podían ser considerados como “huaca”.
Ojo que esto hay que relacionarlo con la preguntar anterior. En otras palabras, esto no significa que toda expresión cultural “sagrada” para el hombre andino sea una huaca directamente, sino que, en la interacción entre las poblaciones andinas y españolas, se terminó congeniando dicho término con ese significado.
3. ¿Los mortales podían llegar a convertirse en huaca?
Sí, este es justamente una de las expresiones más conocidas y estudiadas respecto a las huacas. Hay personas en específico que eran consideradas como fundadores de pueblos, y sus momias eran veneradas debido a ello (podemos relacionar incluso con el término también de “paqarina” que se conoce de la leyenda de los hermanos Ayar, que designa a los llamados “lugares de origen”). No eran dioses, había una diferenciación en el panteón andino, pero si estaban dentro de “lo sagrado” y tenían la potestad de intervenir en el mundo terrenal.
Sin embargo, esta designación no era exclusiva de los muertos. Había casos excepcionales de personas vivas a las que se les podía designar como “huacas”, tales como los nacidos como gemelos, los cuales eran venerados como “hijos del rayo”, dentro de la cosmovisión de la gente en la sierra central andina. También el Inca en sí mismo era venerado por su condición. Esto conducía a un trato igual de sagrado en su fallecimiento: la momificación y la creación de un culto en torno a dichas personas excepcionales, a los que los acompañaban sacerdotes, sirvientes, y hasta extensiones de tierras.
4. ¿Todas las culturas tuvieron el mismo significado para “huaca”?
Como se respondió anteriormente, es muy probable que todas hayan sacralizado varios elementos, pero no podemos saber si en todos los tiempos y en todas las regiones el carácter era el mismo. Hay elementos como, por ejemplo, el paisaje, que sí recibían culto. Como el cerro en cuyas faldas los moches construyeron la Huaca de la Luna o Pariacaca, el nevado que era un punto importante para los Incas y el Qhapaq Ñan (incluso para un culto anterior que usó previamente la ruta desde el sitio de Pachacámac).
Sin embargo, esto no puede generalizarse a otras regiones o a otros tiempos de forma indistinta. Los Andes no eran culturalmente homogéneos. Por ejemplo, los Chupachu en Huánuco, los Yschma de Lima y los Lupaca de Puno debieron tener cultos muy diferentes.
5. ¿Cómo se puede identificar el uso que se les daba a las huacas y cuál es su denominación en la actualidad?
Actualmente se ha normalizado llamar huaca a cualquier sitio arqueológico, principalmente los que tienen arquitectura monumental (pirámides, palacios, etc). Esto es debido a que la población que interactuaba con ellos desde la llegada de los españoles, comenzó a incluirlos dentro del llamado fenómeno del “sincretismo”, en el que se combinaron elementos religiosos del catolicismo y de las religiones andinas (no solo existió una religión monolítica andina a la llegada de los españoles).
Es así que los sitios arqueológicos se convierten en huacas al vincularse con uno de los cultos más difundidos dentro de dicha diversidad religiosa: el culto a los ancestros, a pesar que dichos sitios arqueológicos durante su funcionamiento antes de la llegada española hayan sido meramente mundano.
Por ejemplo, hay curanderos que actualmente hacen rituales y ofrendas en la Huaca Pucllana, en Lima. Según las investigaciones realizadas, el sitio no fue un templo exclusivamente durante su funcionamiento, sino fue más bien un palacio relacionado más a expresiones de poder político. Las excavaciones arqueológicas nos reafirman ello.
Dicha asignación también se la puede encontrar en lo registrado en las crónicas. Si bien es cierto que la cosmovisión andina pudo haber designado a un sitio abandonado como “huaca”, esto no quiere decir que dicho carácter sagrado también existió en ese sitio durante su funcionamiento. Regresando al ejemplo de Pucllana, podemos comparar con otros sitios en la sierra central, de carácter más mundano (aldeas, pueblos) y aun así ambos se convirtieron en huacas.
6. ¿Cuáles eran los materiales de construcción más usados en las huacas?
Si consideramos únicamente a las huacas relacionadas con la arquitectura, pues se vinculan a la metodología usada en la región en específico. En la costa esta relacionada a las técnicas constructivas que usaron barro en sus distintas formas para crear espacios: adobe, tapiales o quincha. En la sierra se usó por lo general roca canteada, con o sin mortero, y con distintos tipos de pulido y edificación. Sin embargo estas técnicas no existieron de forma aislada, ya que hubieron lugares y momentos en los que se encuentran “fuera de lugar”: construcciones de adobe en Jauja o las pirámides de piedra del periodo Arcaico como Caral en la costa, por ejemplo.
7. Las formaciones piramidales y en U, ¿tenían una función específica o cuál era el motivo de esa forma de construcción?
En primer lugar, en el mundo andino, las construcciones monumentales (las cuales tenían una tendencia a ser de una apariencia piramidal) en su mayoría no fueron diseñadas desde su inicio para ser construidas de esa forma. Tomemos por ejemplo la Huaca de la Luna. Distintas investigaciones mostraron distintas etapas de construcción que se acumularon consecutivamente hacia arriba, sellando los niveles y la planimetría anterior con relleno (tierra con restos de objetos) y construyendo una nueva encima, mostrando un diseño diferente al anterior, tal vez agregando más ambientes y rediseñando otros. Esto demuestra una intención diferente, relaciones sociales diferentes, que a su vez se juntó con el rasgo cada vez más monumental debido a las crecientes dimensiones de la arquitectura. Todo esto denotaban nuevas funciones.
Ahora, ¿cuáles eran esas funciones? Hay muchas interpretaciones que pueden darse, y las explicaciones varían dependiendo de la cultura y su ubicación espacio temporal. Sin embargo, tomando parcialmente las ideas del arqueólogo Jerry D. Moore, en su libro Architecture and Power in the Ancient Andes: The Archaeology of public buildings, un análisis espacial y arquitectónico podría ayudarnos a tener una idea de qué tipo de funciones se le pudo haber asignado a un edificio monumental. Podemos iniciar con los movimientos que una persona puede hacer con un edificio como tal.
Subir un edificio de 20 metros por escaleras requiere esfuerzo. Uno podría estar haciendo otras cosas más relacionadas con su forma de vida (comer, dormir, etc) pero le está dedicando tiempo y esfuerzo a subir unas escaleras. O incluso unas rampas que hacen que uno recorra los lados de la “pirámide” hasta alcanzar el área donde uno ha identificado gran cantidad de actividades (los indicadores arqueológicos, por ejemplo, nos muestran que hay huellas de quema de alimentos, vasijas rotas con rastros de bebidas, renovación de pisos debido al constante desgaste debido a la constante presencia de personas, etc). Si uno lo va a hacer, es porque es algo más importante que la vida común y mundana.
Cuando uno ve las cimas de varios de estos edificios, encuentra paredes con pasillos o entradas estrechas, o incluso un muro que no deja observar qué hay mas allá del pasillo (requiriendo que rodees hacia un lado para acceder al siguiente ambiente). Algo está sucediendo ahí que es lo suficientemente exclusivo que no se permite que sea visto fácilmente.
Ahora pensemos en todo el trabajo que requirió su construcción. Por razones meramente prácticas que cualquier ser humano en cualquier parte del mundo puede intuir, uno debe entender que cualquier trabajo debe ser eficiente para cumplir un fin determinado. Si una construcción requiere eficiencia, debe hacer con bastante mano de obra. ¿Por qué muchas personas que podrían estar trabajando sus tierras, estar con sus animales, o con sus familias, dedicarían tiempo para hacer algo así? No necesariamente fueron obligados, o sí lo fueron en parte, pero esto es algo que consideraron que se debía hacer.
Los templos en “U” son un caso bastante particular. Obedecen a una tradición arquitectónica única en la costa central (la región costera entre los valles de Chancay y Mala, pero más enfocado en la región donde se ubica la ciudad de Lima, entre los valles del Chillón y Lurín) en la que se agrupan 3 cuerpos monumentales que suelen rodear tres lados de un espacio rectangular, que sirvió como especie de “plaza”, dando al forma de “U” en su vista en planta. Todo esto entre los años 1200 y 800 aC, siendo abandonados justo en el momento en el que centros en otras regiones de los Andes cobraron una importancia más allá de su región (Chavín, Cupisnique y Kotosh).
Haciendo un análisis arquitectónico para deducir el tipo de funciones podemos mencionar dos elementos muy importantes que se encuentran en todos los ejemplos de arquitectura de templos con forma de “U”: el atrio y la plaza/cancha.
Los atrios se encuentran en todos los cuerpos centrales de todos los ejemplares de esta arquitectura. Siempre abiertos hacia el lado que da a la plaza/cancha, y siempre siendo el punto final de una escalera que conecta ambos ambientes. Estos atrios suelen encontrarse con varios elementos de decoración, ya sean murales, esculturas; así como varios elementos que denotaron actividades específicas: huellas de hornacinas, restos de ofrendas cerámicas, figurillas enterradas de distintos materiales. A su vez, se muestra que este espacio era cercado y reducido en comparación a la plaza/cancha, por lo que había pocas personas las que se encontraban realizando las actividades. Por último, estos espacios se encontraban abiertos hacia las plazas/canchas, comúnmente con buena visibilidad (sin muros) que era posible desde la base.
Las plazas/canchas por otro lado, también se encuentran en todos los ejemplares de templos en “U”. Todas las edificaciones rodeaban una. Todas eran de distintas dimensiones, pero compartían en común el hecho que eran mucho más extensas que los cuerpos que las rodeaban. Y de por sí se encontraban abiertas hacia el exterior, y por sus dimensiones, es posible que contuvieran más gente o actividades específicas que requirieran más personas. Las cuales miraban también hacia arriba para observar a las otras personas en un espacio más reducido realizar otro tipo de actividades específicas.
Se puede observar una diferenciación social en las actividades posibles debido a las diferencias arquitectónicas.
¿Es posible dar cuenta de las funciones específicas realizadas en los edificios piramidales y, específicamente, sobre los templos en “U”? Para responder a esa pregunta es necesaria una investigación intensiva en dichos edificios con numerosas sucesiones de excavaciones con diferentes enfoques para encontrar los indicadores necesarios para poder asignar una función. Esto solo se ha realizado en otros tipos de construcciones monumentales (Caral, las Huacas del Sol y de La Luna, entre otros) cuyas respuestas varían dependiendo de la cultura, la región y el tiempo. En lo que respecta a los templos en “U” se ha logrado proponer algunas funciones en los sitios de Garagay y Cardal principalmente, los cuales han tenido un buen conjunto de investigaciones con excavaciones que han permitido recuperar indicadores suficientes para ello. Lo que se ha podido interpretar es que, al observarse actividades relacionadas con ceremonias y rituales en el atrio, así como detalles arquitectónicos y el énfasis en renovaciones y constante mantenimiento de la arquitectura y las decoraciones, esto está relacionado con actividades y manifestaciones de una élite que legitimaba constantemente su posición mediante rituales y otras expresiones de poder. Sin embargo, esto no significa que todos los sitios haya sido igual, por lo que todavía queda mucho por hacer y descubrir.
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